El tiempo pasa rápido y cada vez nos acercamos más a 2030, el año que ocupa un lugar muy destacado en el calendario de la Unión Europa, ya que para entonces se debería haber alcanzado los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Como no podía ser de otra manera, uno de esos puntos insta a adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos. En definitiva, seguir en el camino que lleva a los países hacia la Economía Circular.

En este contexto, el reciclaje del plástico adquiere un papel muy importante. Este material es muy versátil y presenta diversas oportunidades y beneficios, de ahí que su utilización sea tan elevada, pues solo en 2015 se produjeron 380 millones de toneladas. Con esto sobre la mesa, el futuro no pasa por reducir su producción, sino por algo más importante: el reciclaje o, lo que es lo mismo, dar una segunda oportunidad y vida útil a dichos plásticos. Sin embargo, si la Unión Europa (UE) quiere cumplir sus objetivos para 2030 necesita doblar su capacidad para reciclar, según un informe publicado por el Tribunal de Cuentas Europeo. En concreto, la tasa de reciclaje debería ser de un 50% en el año 2025 y de un 55% en el 2030.

Los auditores comunitarios consideran que “existe un riesgo considerable de que la Unión Europea no cumpla con sus objetivos”. También hacen hincapié en las cifras de reciclaje, pues creen que “distan mucho de ser exactas o comparables entre Estados miembros”. Si se aplica un método de cálculo diferente para determinar las cuotas de reciclaje, con una mayor precisión en la medición, se produciría “una disminución importante de la tasa de reciclado declarada, que pasaría de la cifra actual del 42% a apenas un 30%“.

Gran parte del residuo plástico de Europa iba a parar a China. Sin embargo, desde 2018, el país asiático prohibió las importaciones de este tipo de basura. Por tanto, otro de los retos a los que se enfrenta la UE es el de ajustar las normas sobre exportaciones, ya que casi una tercera parte de la tasa declarada de reciclado de esos envases se consigue mediante el traslado a terceros países. En este sentido hay que destacar que tampoco existe un gran control sobre la trazabilidad, lo que conlleva un aumento del riesgo de que aumenten los traslados ilegales y los delitos relacionados con los residuos. Los propios auditores comunitarios afirmaron que “la persecución es mucho menor comparada con otros tipos de crímenes organizados y que sus beneficios son cuantiosos“.

Grupo Total: transformación en una plataforma de crudo cero

En este proceso hacia la transición energético, hay que destacar el caso de Total, el grupo empresarial del sector petroquímico y energético. La compañía ha anunciado que convertirá su refinería situada en Grandpuits (Francia) en una plataforma de crudo cero. Para ello, suspenderá la refinación de crudo en el primer trimestre de 2021 y el almacén de productos petrolíferos finalizará a finales de 2023.

Con este cambio, la plataforma pasará a centrarse en cuatro nuevas actividades industriales desde el año 2024 y tras una inversión de más de 500 millones de euros:

  • Reciclaje de plásticos
  • Producción de bioplásticos
  • Explotación de dos plantas de energía solar fotovoltaica
  • Producción de diésel renovable destinado principalmente a la industria de la aviación

La compañía ha tomado esta decisión a raíz de una auditoria realizada durante varios meses en el oleoducto PLIF de 260 km que transporta petróleo crudo hasta Grandpuits. Debido a una fuga en el PLIF, la refinería tuvo que cerrar durante más de cinco meses el pasado año. A raíz de este percance, se redujo la presión máxima de trabajo del oleoducto para asegurar su funcionamiento, por lo que la refinería solo podría operar al 70% de su capacidad, amenazando su viabilidad financiera a largo plazo.