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Los plásticos tienen una gran cantidad de propiedades. Son versátiles, ligeros, contribuyen a evitar el desperdicio de alimentos y,
además, permiten ahorrar energía. En un contexto de crisis sanitaria como el actual, han cobrado especial importancia gracias a su aporte de seguridad frente a bacterias, virus u otros peligros sanitarios. Gracias a ellos hemos tenido mascarillas, guantes y otros materiales de protección frente a la COVID-19. Y no solo para las personas: debido a sus características, ofrecen la mayor protección también para los alimentos con los que están en contacto, por lo que evitan la propagación de la pandemia.
Como vemos, sus ventajas y beneficios son muchos y variados. Sin embargo, de nada serviría todo esto si no interiorizamos e incluimos un concepto clave: el reciclado. Es necesario gestionar de forma correcta el residuo,reciclándolo y valorizándolo. Así, cuando llega el final de la vida útil de los plásticos, podemos darles un nuevo valor convirtiéndolos en otros recursos.
Para reciclar los envases ligeros del contenedor amarillo, se separan en metales, plásticos PET y briks
El reciclaje es el proceso por el cual materiales ya usados y desechados o residuos se transforman en nuevas materias primas para volver a ser usadas. Por tanto, aquello que tiramos a la basura puede tener una segunda vida y usarse de nuevo, siempre y cuando reciclemos. Y esto podemos hacerlo gracias a los más de 659.600 puntos de reciclaje distribuidos por toda España, según informa Ecoembes.
Este proceso es muy complejo, pues requiere de varias técnicas hasta conseguir el resultado perfecto para volver a usar ese producto. Por ejemplo, en el caso de los plásticos, el primer paso para reciclarlos es separar los materiales, como pueden ser las etiquetas que incorporan los productos, y también separarlos por colores. A continuación, pasan por varios procedimientos, como romper y triturar las piezas, lavarlos para quitar impurezas y homogeneizarlos mediante procesos mecánicos para lograr colores y texturas similares.
En España hay casi 660.000 puntos de reciclaje
Es importante tener en cuenta que el proceso de reciclado comienza en nuestros hogares, restaurantes o establecimientos, ya que es allí donde vamos a instalar los diferentes contenedores. Por tanto, el primer paso es depositar cada residuo en el cubo de basura que le corresponda. En este sentido, hay que recordar que tanto mascarillas como guantas deben echarse al contener de residuos, nunca al amarillo.
El siguiente paso para la recuperación de los residuos es su recogida.
Esta recogida es posible ya que los fabricantes de esos envases pagan un canon gubernamental para que dichos envases sean recogidos y reciclados y puedan volver a ser materia prima para su proceso. En España hay más de 390.500 contenedores amarillos, según datos de Ecoembes, en los que se deben depositar los envases de plástico, briks, latas, bandejas de aluminio, de corcho blanco, etc. Durante el pasado año, cada ciudadano depositó 17,1 kg de envases de plástico latas y briks en su contenedor correspondiente, lo que supuso un 9,1% más que en 22018. Son los servicios municipales los que son responsables de que se retiren los residuos.
¿Y dónde se llevan estos residuos? La siguiente parada son las plantas
de selección, un paso muy importante antes de que se lleve a cabo el proceso de reciclaje, pues hay que separar y clasificar los distintos residuos en función de sus características. El contenedor amarillo suele ser el que mayores complicaciones presenta a la hora de hacer este trabajo, ya que hay mucha cantidad de envases y de muchos tipos diferentes.
Cada ciudadano depositó en 2019 un total de 17,1 kg de envases en el contenedor amarillo, un 9,1% más que el año anterior
Estas plantas de reciclaje están repartidas por todo el territorio español, superando las 90. Siguiendo con el ejemplo del plástico, estas plantas tienen que separarlos en tres tipos diferentes: el PET, PEAD, FILM y plástico mezcla; los metales, como el acero y aluminio; y los briks.
Una vez que se ha realizado esta selección, los residuos clasificados
llegan a su última parada: los recicladores. La labor aquí consiste en
convertir, de nuevo, los residuos en materia prima para así poder volver a crear otros productos nuevos. De esta forma se cerraría el ciclo de la economía circular y se estaría reduciendo el impacto medioambiental a la vez que se ahorrarían recursos. En este punto hay que señalar que, para que un reciclador pueda optar a los materiales procedentes de las plantas de reciclaje debe cumplir una serie de requisitos técnicos, económicos y medioambientales que garanticen el correcto tratamiento de los envases. Todos deben estar homologados y seguir un procedimiento de adjudicación auditado.
Imagen de Ágora Diario
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