Las actividades humanas, tanto de carácter económico como doméstico, originan residuos que, en el caso de no tratarse de forma correcta, pueden generar problemas en ámbitos como el de la salud o el del medio ambiente. Desde la Revolución Industrial hasta hoy, ha ido creciendo la generación de materiales de desechos, convirtiendo a la gestión de los residuos en un reto que requiere de la colaboración de todos, tanto desde la esfera pública como desde el tejido productivo, incluyendo, por supuesto, a los ciudadanos.

Sin embargo, la implementación global de las 3R (reducir, reutilizar y reciclar) puede traer consigo beneficios no solo desde el punto de vista medioambiental sino también económico. En sí mismo, el desarrollo sostenible que se promueve desde organismos como la ONU apuesta por la conciliación entre un crecimiento económico mediante un menor consumo de materiales y de energía, mientras que varía drásticamente la visión de los residuos como mera basura desechable para convertirse en recursos que deben ser reutilizados como nuevos materiales o ser valorizados energéticamente.

Los residuos son recursos que deben ser reutilizados como materiales o valorizados energéticamente

Para fomentar este cambio de paradigma, elementos como la educación ambiental de la sociedad son fundamentales para que los ciudadanos y las empresas tengan una mayor participación activa tanto en la gestión de los residuos como en el desarrollo de iniciativas de innovación para mejorar su aprovechamiento. En este sentido, cabe destacar propuestas como la de RepetCo, que trabaja en mejorar la calidad de vida de las personas a través del reciclaje. A través de un sistema patentado propio y respetuoso con el medioambiente, la compañía es capaz de reciclar toda clase de envases de PET/PE multicapa alimentarios de origen postconsumo. Este proceso permite generar rPET pellets y rPE que pueden ser utilizados de nuevo en la industria alimentaria como bandejas y envases de láminas multicapa de PET/PE.

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¿Qué es la economía circular?

La apuesta de las instituciones en promover una estrategia de economía circular, además de los impactos positivos en la gestión de los residuos y en el reciclaje, pretende impulsar un importante ahorro en los insumos que se utilizan así como aportar una mayor fortaleza al suministro de recursos en cualquier cadena de valor, lo que contribuiría a reducir la volatilidad en los precios y los riesgos de potencial escasez. Desde el punto de vista del empleo, el fomento y apoyo a los proyectos de innovación en esta industria serviría para generar nuevos puestos de trabajo, mejorando la fortaleza de las economías.

Bajo la óptica de las empresas, la apuesta global por la reutilización y transformación de los desechos serviría para obtener materia prima a menor coste, lo que redundaría en una mejora de la productividad y, por lo tanto, en un incremento de la cuenta de resultados. Una tendencia, la del mayor uso de material reciclado en la industria, que podría crecer aún más en los próximos años si existiera un mayor apoyo de la Administración, por ejemplo, implementando mayores deducciones fiscales a la I+D o potenciando programas de subvenciones y ayudas públicas.

La economía circular mejorará la productividad y la eficiencia de las empresas, así como su cuenta de resultados

En muchos sectores en los que se genera una amplia cantidad de residuos, existen normas que obligan a las empresas a responder económicamente por los desechos que generan. Si se promueven en los próximos años mecanismos para reutilizar estos residuos y transformarlos en nuevos productos que sirvan como soporte para su industria o para otras, además del abaratamiento de estos materiales, también supondría para estas compañías tener que dejar de abonar este sobrecoste que condiciona su beneficio económico.

A escala macroeconómica, una adecuada gestión de los recursos aporta imagen y reputación a un país, lo que se traduce en un mayor beneficio económico derivado del incremento en la atracción de turistas o, incluso, en la captación de capital exterior para invertir. En el caso español, el reto de descarbonización de las actividades planteado para 2050 significará la obligación de implementar grandes cambios en la economía durante los próximos años, lo que puede traer consigo una apuesta por otros segmentos, como la valorización de los desechos que, evidentemente, tienen una relación directa con este compromiso por las energías limpias y sostenibles.

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