Aunque la relación entre plástico y moda pueda parecer inverosímil, lo cierto es que ambas tienen más en común de lo que parece a simple vista. En los últimos años, el consumo de plásticos y de prendas de ropa se ha incrementado exponencialmente. En el caso de los primeros, al año se producen más de 400 millones de toneladas en el mundo, según datos de la ONU. Y, en lo que al sector textil se refiere, 800.000 toneladas de ropa acaban en la basura al final de cada año, según datos de la Asociación Ibérica de Reciclaje Textil.
Por ello, quizás el aspecto más evidente que comparten ambos materiales es el desenfrenado consumo que se hace de ellos. En el ámbito de la moda, esto es fruto de la denominada fast fashion, basada en la producción de ropa de forma masiva, a muy bajo coste y con un alto grado de rotación en las tiendas, de manera que las prendas no duran casi ni una semana en los establecimientos.
A ello se une el escaso tiempo de uso que damos a cada prenda, que se ha reducido hasta un 36% entre el 2000 y el 2015, mientras que en esos mismos 15 años la producción mundial se ha duplicado. Son datos del Banco Mundial, recogidos en el informe Una nueva economía textil: rediseñar el futuro de la moda, en el que la Fundación Ellen MacArthur y la Circular Fibres Initiative hacen un llamamiento a la industria textil para repensar su modus operandi de manera que se evite el derroche de recursos.
Así, para dar una solución a esta sobreabundancia de producción y de generación de residuos, tanto plásticos (a día de hoy, de los 400 millones de toneladas de plásticos que se producen al año, solo se recicla un 9%, según datos la ONU) como textiles, el reciclaje se alza como la mejor alternativa.
Y, aunque todavía queda mucho camino por recorrer para alcanzar la deseada economía circular, ya se están dando grandes pasos para convertirlos en sectores más sostenibles.
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Tecnología para una moda sostenible
Para ello, las soluciones tecnológicas están a la orden del día, como los proyectos FIBFAB y OCEANETS, que abordan el desafío de la sostenibilidad en la industria textil desde ángulos diferentes. Se trata de proyectos que buscan conseguir una alternativa real a los tejidos que se emplean actualmente en el sector, más sostenibles.
En línea con ese objetivo se enmarca el creciente uso de los envases de plásticos para crear fibras textiles. Los envases de PET, sin ir más lejos, pueden procesarse con tratamientos de limpieza y filtrado para convertirse en hilo de poliamida y poliéster. Y, gracias a este proceso, cada vez más marcas de ropa producen sus piezas a base de plásticos reciclados.
El poliéster es una fibra sintética que garantiza estabilidad y disponibilidad, pues no depende de factores externos como el clima, como es el caso del algodón u otras fibras naturales. De acuerdo con TextileEchange, las fibras sintéticas suponen un 65% de la producción mundial -frente a un 35% de las fibras naturales- y el poliéster es la más utilizada. Este material permite dar una segunda vida con un alto valor añadido a las prendas.
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Por todo ello, también es esencial el papel del reciclaje en los plásticos en todo este cambio de paradigma. En RepetCo Innovations, han encontrado una tecnología innovadora de reciclado mecánico de dichos envases PET/PE. Mediante su proceso, consiguen separar las diferentes capas que componen el plástico. Así, gracias a esta solución se consigue generar rPET pellets y rPE que pueden ser utilizados de nuevo en la industria alimentaria, como por ejemplo en bandejas y envases, así como en botellas para refrescos o detergentes; y en fibras para la industria textil.
Esta nueva forma de hacer moda ha venido para quedarse. La moda ética invita a reutilizar materiales, a dotarlos de nuevas vidas y a hacer prendas más duraderas escapando de la lógica imperante del “usar y tirar” tal y como lo conocemos. La innovación, que ofrece la posibilidad de desarrollar nuevos tejidos a partir de materiales plásticos, será la gran aliada de esta transformación.