Hasta la fecha, se estima que se han producido en el mundo alrededor de 9.200 millones de toneladas de plástico, lo que corresponde a más que una tonelada por persona (viva) a día de hoy. Este dato no tendría por qué suponer un problema si no fuera porque el porcentaje que se recicla no llega al 10% del total producido, a lo que se añade que alrededor del 30% se incinera y el resto acaba siendo desechado.
Lo cierto es que los plásticos revolucionaron la vida moderna desde que se introdujeron en las sociedades, en la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, su creciente consumo y manejo han derivado en altos niveles de contaminación plástica en el medioambiente. Tanto es así que, en la actualidad, incluso las economías desarrolladas tienen tasas de reciclaje, en promedio, que apenas llegan al 30%.
Ante esta situación, la Organización Mundial del Reciclaje (BIR, por sus siglas en francés) se ha pronunciado a través de la publicación del informe ‘Recycling Plastics: Facts, Data and Recommendations’ en el que presenta el reciclaje como la “mejor solución para el procesamiento de residuos”.
Una de las razones que esgrime el BIR en este sentido es que el reciclaje limita los impactos ambientales y genera importantes beneficios socioeconómicos. Además, en el caso del plástico, su uso ayuda a los países no productores de petróleo a reducir su dependencia en la producción nacional de materias primas, por lo que es más importante aún su reutilización. Sin embargo, el reciclaje sigue siendo una forma de desecho infrautilizada.
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Reciclar el plástico es más sostenible que fabricarlo de cero
En teoría, casi todos los plásticos pueden ser reciclados y la tecnología para hacerlo también existe. Pero, la medida en la que los plásticos se reciclan depende de una serie de factores que van desde las capacidades y aptitudes técnicas y de capital hasta la logística, la cooperación y la legislación.
En RepetCo Innovations, han desarrollado una tecnología innovadora de reciclado mecánico de envases PET/PE. Mediante su proceso, consiguen separar las diferentes capas que componen el plástico y, así, gracias a esta solución, se consigue generar rPET pellets y rPE que pueden ser utilizados de nuevo.
En este sentido, las investigaciones han demostrado que el reciclaje, en comparación a la cantidad de energía necesaria para hacer nuevos productos desde cero y enviar los mismos productos a vertederos o incineradores, utiliza hasta un 76% menos de energía. Concretamente, reciclar una tonelada de plástico ahorra alrededor de 1,4 toneladas de emisiones de dióxido de carbono, 5774 kWh de energía, 16,3 barriles de petróleo y alrededor de 23 metros cúbicos de espacio en un vertedero.
El informe concluye haciendo hincapié en la necesidad de impulsar el reciclaje, pero advierte también de la inversión que requiere para que sea económicamente viable. Y es que los beneficios a largo plazo del reciclaje son innegables y, a menudo, subestimados en la planificación a corto plazo. Así, los mayores beneficios económicos son el aumento de los recursos y la eficiencia energética.